La Prensa 14/02/2021
Mientras la cartera de depósitos mostró una recuperación en el 2020, no se pudo evitar que la banca siguiera perdiendo presencia en el mercado nacional, luego que en ese año cerrara 31 sucursales y ventanillas, sumando un total de 142 desde que inició la crisis sociopolítica en abril del 2018, revelan datos recién actualizados por el Banco Central de Nicaragua (BCN).
Solo en el 2020 este cierre de centros de atención bancaria ocasionó la destrucción de 485 empleos en el sector, puesto que en diciembre del 2019 se registraban 9,272 trabajadores y en igual mes del 2020 se redujo a 8,787.
El economista Luis Murillo explica que la pérdida de sucursales y ventanillas refleja el impacto que han tenido los tres años de recesión económica en el país, lo que ha obligado a la banca a tomar decisiones difíciles, desde restringir el crédito hasta cerrar centros de atención, lo que a su vez se traduce en una merma en sus utilidades.
“Creo que esto es una combinación de varios factores. En primer lugar la continuidad de la recesión económica, el hecho que haya una contracción en las actividades económicas y ya no se realiza la misma cantidad de transacciones. Pero además con la nueva reforma que se aprobó el sistema bancario se volverá a ver afectado, porque cuando aumenta la incertidumbre se da la fuga de capital y por ende pueden seguir cerrando sucursales”, dijo Murillo.
En marzo 2018 —antes de la crisis política— funcionaban 612 sucursales y ventanillas bancarias con 11,484 trabajadores. De estas, 267 estaban ubicadas en Managua y 345 en los departamentos.
Sin embargo, hasta diciembre del 2020 se reportaron 470 sucursales, 199 de ellas en Managua y 271 en los departamentos, es decir que Managua ha perdido 68 centros y en el interior 74. Desde esa fecha hasta el año pasado el sector suprimió 2,697 plazas laborales.

Hasta antes que se diera el estallido social la banca nacional iba creciendo satisfactoriamente, de hecho Nicaragua tenía un buen avance en el nivel de bancarización hasta que la crisis vino a mover los cimientos del Sistema Financiero, al punto que el país ha retrocedido casi a los niveles del 2015.
El economista Maykell Marenco manifestó que el problema principal de la banca es que aunque ha logrado recuperar poco a poco los depósitos que se perdieron con la crisis, el crédito, que es su principal negocio, se ha quedado estancado.
En consecuencia las utilidades bancarias hasta octubre del año pasado habían caído en promedio un 16 por ciento con respecto al acumulado en el 2019, reveló el informe de coyuntura de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides).
“En términos acumulados las utilidades fueron de 59 millones de dólares hasta octubre de 2020, inferior a los 71 millones de dólares acumulados en el mismo periodo del 2019, lo que representa una contracción interanual de 16.1 por ciento”, detalla Funides.
Marenco agregó que esto afecta a la población, puesto que aleja los servicios y para hacer gestiones las personas deben movilizarse y aunque los servicios en línea han aumentado, hay zonas donde el acceso a internet sigue siendo un tema pendiente y una traba para ampliar la cobertura del Sistema Financiero.
Comportamiento de los depósitos
Entre enero y diciembre del 2020 los depósitos crecieron un equivalente de 667 millones de dólares con respecto a los resultados de 2019, propiciado principalmente por depósitos de ahorro, revelan datos de la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras (Siboif).
En promedio en cada mes del 2020 ingresaron el equivalente a 55.5 millones de dólares a la banca nacional, mientras que en el 2019 el crecimiento mensual anduvo en 2.5 millones (30 millones de dólares en el año), lo que supone una mejoría notable para la banca.
Hasta marzo de 2018, el Sistema Financiero Nacional tenía en depósitos totales 5,112 millones de dólares, pero hasta el 31 de diciembre del año pasado habían alcanzado 4,296 millones de dólares.
Mientras que la cartera de crédito cerró el 2020 con una contracción de 207 millones de dólares respecto a lo acumulado en el 2019, pese a que en los últimos cuatro meses del año mostró signos de mejoría.
Hasta marzo del 2018 la cartera bruta de crédito ascendía a 5,076 millones de dólares (incluyendo los préstamos en córdobas) y hasta diciembre del 2020 esta descendió a 3,372 millones de dólares, lo que equivale a una reducción de 1,704 millones de dólares desde el estallido de la crisis política.
Más mora y riesgo
Pero además la reducción en el número de sucursales y personal coincide con el fuerte deterioro de la calidad de la cartera crediticia.
Según cifras de la Siboif, hasta diciembre del 2020 el indicador de cartera en riesgo alcanzó un 17.1 por ciento, que equivale a 577 millones de dólares en riesgo, es decir que la banca está con dificultades para recuperarlos y que hay probabilidades de que sus tenedores caigan en mora. De igual forma la mora ha crecido. Esta alcanzó un 3.6 por ciento hasta diciembre de 2020, lo que significa 120 millones de dólares. Antes de la crisis política y sanitaria, la cartera en mora era del 1 por ciento.