Trinchera de la Noticia, 09/08/2021
En el primer trimestre de 2021, la tasa de desempleo abierto de 4.9% (?!) había descendido de un máximo histórico reciente de 6.2% correspondiente al tercer trimestre de 2018, después de que la recesión económica durante el trienio 2018-2020 había destruido, en términos promedio anual, 199,731 puestos de trabajo de sector formal de la economía, según el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).
Producto de tres impactos severos, como han sido el problema político interno imperante desde abril de 2018, la reforma tributaria anticíclica de febrero de 2019 y la pandemia mundial del Covid-19 que se presentó en el país en abril de 2020, la reducción del número de cotizantes de la seguridad social fue mayor en las actividades productoras de servicios que en las de bienes.
En ese trienio de 2018-2020, y en orden de importancia, el comercio perdió 82,148 trabajadores; el cierre permanente y temporal de empresas que ofrecen servicios comunales, sociales y personales, tales como esparcimiento cultural y deportivo, y mantenimiento o reparación de automotores y artículos personales o domésticos, desalojó del mercado laboral a 44,875 trabajadores; y las entidades financieras e inmobiliarias despidieron a 20,107 personas.
Las actividades económicas que observaron un menor impacto del desempleo fueron minas y canteras, con una disminución de 583 puestos de trabajo; la planilla de la generación de electricidad y el suministro de agua potable y servicios de alcantarillado reflejó una reducción de 844 trabajadores; y las empresas de transporte y comunicaciones redujeron su personal en 5,496 personas.
Tres actividades económicas que actualmente contribuyen con el 37% en la formación del producto interno bruto (PIB), perdieron 45,678 puestos de trabajo formal. Son los de la construcción, 14,236; de las actividades primarias (agropecuaria, pesca y silvicultura), 14,759; y de la industria manufacturera, 16,683.
¿Se ha recuperado el mercado laboral de la destrucción de 199,731 puestos de trabajo formal, que, según mis cálculos, representaban el 5% de la población económicamente activa en 2020? Mi respuesta es no.
Con el leve crecimiento económico que se ha observado en los primeros cuatro meses de este año, el número promedio de trabajadores que cotizan la seguridad social observó el aumento de 35,540 personas durante ese mismo período. Por lo tanto, faltaría restablecer 164,191 puestos de trabajo formal para alcanzar, de nuevo, el total de trabajadores cotizantes de la seguridad social en 2017 y, además, no estamos tomando en cuenta que en el trienio 2018-2020, según mis cálculos, la población económicamente activa (PEA) se incrementó en 394,290 personas.
Con estos datos recientes, la política macroeconómica tendría que estimular la inversión privada y dar un mayor espacio fiscal, sólo con una fuente de financiamiento multilateral, a la inversión pública para construir 558,481 puestos de trabajo, sin tomar en cuenta la presencia del ejército de desempleados existente en 2017, que lo estimo en 760,150 personas e igual a 21.3% de la PEA.
Se puede concluir que el gran total de los desempleados abiertos, que no trabajan ni un día, y de los desempleados equivalentes generados por el subempleo, que trabajan menos de 8 horas diarias, ascendería a 1,318,631 personas e iguala el 33.2% de la PEA. A manera comparativa, el INIDE publicó que en el primer trimestre de este año, el 30.5% del total de ocupados (no de la PEA) se encontraba inactivo, o sea, el 30.5% de la personas en edad de trabajar, de 14 años y más que es la oferta potencial de trabajo de la economía, estaba inactivo.
No hay dudas de que los trabajadores están comenzando a regresar a la ocupación en este año, impulsados por el leve crecimiento de la producción de bienes y servicios, lo que se comprueba con la tasa de crecimiento interanual de 2.1% del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) promedio anual a mayo recién pasado; sin embargo, sin una amplia cobertura de las vacunas contra el Covid-19 en la población nicaragüense, el surgimiento y la posible propagación rápida de la variante Delta representa una amenaza para la recuperación y podría retrasar el regreso de los trabajadores y continuar elevando la tasa de desempleo abierto y la tasa de desempleo equivalente generado por el subempleo.
Se necesitan más avances en el mercado laboral, porque la tasa de participación en la fuerza laboral de 69.5%, es decir, el porcentaje de la PEA con respecto a la población en edad de trabajar, continúa por debajo del máximo histórico trimestral de 74.1% correspondiente al primer trimestre de 2017.
También no debemos dejarnos impresionar por el “efecto base” de las tasas de variaciones relativas interanuales de la producción, de los precios al consumidor, del gasto de inversión, del medio circulante o dinero, porque reflejan en 2020 los efectos de las crisis extraeconómicas observados desde 2018, ya que esas variaciones surgen de cicatrices económicas profundas.
Esas tasas de variaciones relativas interanuales de 2021 tienden a ser “ruidosas” con interpretaciones “engañosas” que no facilitan información hacia donde nos dirigimos en 2022, por lo cual es aconsejable tener cierta prudencia al referirnos principalmente al crecimiento económico, el empleo, la inflación y la liquidez en el corto y mediano plazo. La recuperación de los mínimos históricos de desempleo y de pobreza observados en 2017 están lejos de completarse.
En conclusión, a pesar del aumento de 35,540 personas en el mercado laboral formal durante los primeros cinco meses de 2021, más de 164 mil nicaragüenses permanecen sin trabajo formal que en 2017, aunque algunos de estos trabajadores no volverán. Y el principal problema estructural del mercado laboral, el subempleo, continúa expandiéndose.