La Prensa 07/04/2024

Hasta antes de que los sandinistas derrocaran a Anastasio Somoza Debayle, en Nicaragua eran desconocidos los productos soviéticos, los cuales llegaron al país a partir del bloqueo económico que impuso Estados Unidos en los años ochenta.

En la actualidad no existe tal bloqueo económico, pero Daniel Ortega sigue considerando a Estados Unidos como su enemigo pese a que es el mayor socio comercial de Nicaragua. Al igual que en los ochenta, los sandinistas han permitido la presencia rusa en el país, a como los recibieron con brazos abiertos durante su primera etapa.

En Nicaragua hay tanques rusos, buses rusos, taxis rusos, un laboratorio de vacunas ruso, un centro de espionaje ruso, un centro de entrenamiento policial ruso y ahora también estudian la posibilidad de establecer un centro de ciencia y tecnología nuclear ruso en el país.

Productos soviéticos en los ochenta

Cuando los sandinistas se hicieron con el poder en 1979 establecieron relaciones con la Unión Soviética (URSS) y al país empezaron a llegar productos soviéticos para tratar de cubrir la escasez que había por la guerra y el bloqueo económico.

“Cada vez que un nicaragüense se coma una tortilla, deberá pensar y agradecer a la URSS por esta nueva donación de 14 mil toneladas de maíz”, dijo en diciembre de 1983, Rafael Córdova Rivas, uno de los miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.

Además de granos, a Nicaragua llegaron juguetes, vehículos, bicicletas, electrodomésticos, armamento, artículos escolares y de higiene personal. A las personas casi no les gustaban los alimentos que llegaban como enlatados repletos de grasa.

También abundaba la papa rusa, que a casi nadie le gustaba y que Otto de la Rocha, a través de su personaje Aniceto Prieto, le tuvo que hacer una canción para motivar a que la gente la consumiera.

Me gusta la papa frita

También me gusta cocida

Me gusta el puré de papa

 Y aquí te puedo enseñar

Con cuántas papas se hace un guiso

 Y el que no comió papa

Fue solo porque no quiso

También llegó al país el azúcar negro que ennegrecía los refrescos en los que se usaba, y unos frijoles de granos tan grandes que la gente les llamó “biterra” por el parecido a las capsulas de vitamina con ese nombre. Además eran difíciles de cocer y en lugar de la gustada sopa que producen los frijoles, los “biterras” exudaban un líquido insípido y violáceo.

El maíz y el trigo soviéticos era de los que más llegaba a Nicaragua, pero también existió abundancia de comida enlatada en la que venían sardinas, carde de cerdo, carne con verduras, arroz con pollo, sopas. Había hasta comida para bebés parecida a los Gerber, pero el sabor era muy distinto. El problema era que traía mucha grasa, pues se decía que era comida elaborada con manteca de ballena.

En Nicaragua también abundaba el armamento soviético, sobre todo porque eran tiempos de guerra. El Ejército recibió de la URSS fusiles Ak47 y PPSh-41, tanques T-55, tanques anfibios PT-76, vehículos blindados tipo BTR-60 y BTR-152, lanzacohetes BM-21, cohetes tierra – aire Sam 7, cañones de diferentes calibres, entre otro tipo de armamento.

También quisieron enviar aviones cazas Mig-21 a Nicaragua y para ello llevaron a pilotos nicaragüenses a entrenarse a Bulgaria, sin embargo, los aviones jamás llegaron al país, pero sí mandaron helicópteros, camiones para transporte de tropas marca IFA, que son de fabricación alemana. Después de la salida de los sandinistas, estos camiones fueron convertidos en buses para el transporte urbano.

También llegaron las bicicletas marca Ukrania, de color verde y que tenían el manubrio volteado; los carros militares UAZ, y los civiles Lada. Algunos de estos todavía circulan en la Nicaragua actual.

La dependencia que tenía Nicaragua con los soviéticos era enorme. De acuerdo con un artículo del New York Times, la URSS destinaba mil millones de dólares anuales en ayuda a Nicaragua durante los años ochenta.

“La Unión Soviética fue el cordón umbilical que mantuvo viva no solo a la revolución, también a Nicaragua”, dijo Jacinto Suárez, antiguo embajador de Nicaragua en la URSS, a LA PRENSA en 2013. “Fuimos un país agredido por la primera potencia del mundo, con una guerra descomunal que despertó la solidaridad del mundo y la Unión Soviética tenía un papel protagónico en esa solidaridad”.

La ayuda de los soviéticos a los sandinistas se les acabó a los finales de esa década, cuando Boris Yeltsin visitó Nicaragua y regresó a hablar mal de los sandinistas a la URSS. Eso ayudó a la caída de los sandinistas.

Yeltsin fue uno de los políticos más influyentes a finales de los años ochenta y en los noventa, fue clave en la desintegración de la URSS en 1989 tras la apertura política de Mijaíl Gorbachov, conocida como la Perestroika y que se trató de una serie de reformas en el sistema soviético, especialmente en la parte económica.

El tres de marzo de 1987 los sandinistas llevaron a Yeltsin a la finca La Fundadora, en Matagalpa. Ahí se reunió con unos campesinos y estuvo acompañado por Daniel Ortega quien, para congraciarse con Yeltsin, dijo en público que “los soviéticos han invadido Nicaragua con sus tractores, con sus camiones de transporte, con su trigo y su petróleo. Si Estados Unidos quiere el cariño del pueblo de Nicaragua, que se comporte como los soviéticos”.

Para 1989, Yeltsin era non-grato en Nicaragua. Tomas Borge incluso llegó a llamarlo “insolente” y “contrarrevolucionario”.

Quien se dio cuenta de lo que había pasado entre los sandinistas y Yeltsin fue Adolfo Evertz en enero de 1992. Evertz era el embajador de nica en Rusia y contó LA PRENSA ese año que cuando Yeltsin regresó a su país después de su visita a Nicaragua dijo que “la Unión Soviética estaban manteniendo a un gobierno (los sandinistas) de incapaces e irresponsables”.

Evertz agregó: “Yeltsin dijo que Nicaragua era un país económicamente paralizado y mal administrado y que no era posible que se estuviera privando de recursos al pueblo soviético para enviar recursos a la administración sandinista”.

Los rusos y Ortega

Cuando Daniel Ortega regresó al poder en 2007, acercó a Nicaragua nuevamente con su viejo aliado. Ya no existía la Unión Soviética, pero estaba la Rusia de Vladimir Putin. Empezaron a llegar desde aquel país las donaciones de trigo, vehículos Lada para convertirlos en taxis y autobuses rusos para transporte urbano.

Fue a partir de 2015 que la cercanía entre Managua y Moscú se volvió militar, señala un experto en temas de seguridad que solicita anonimato.

Entre 2007 y 2014, Rusia apoyó al sector público de Nicaragua con ayuda presupuestaria, medios de transporte y equipos para el Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (Sinapred), trigo, automóviles para el transporte selectivo y buses para el público. Sin embargo, Ortega hizo negocio con algunas de estas donaciones.

El trigo fue “convertido en alimentos saludables” y vendido a “precio justo”, según dijo una fuente oficial a LA PRENSA en 2011, mientras que las 485 unidades de buses que donó Rusia fueron vendidas en 32,000 dólares cada una a transportistas, para un total de 15 millones 520 mil dólares.

Los taxis Lada también fueron vendidos en nueve mil dólares a taxistas de Managua a través de la Caja Rural Nacional (Caruna), para un total de 4 millones 950 mil dólares.

En octubre de 2015, se fundó en Nicaragua la Planta de Producción de Vacunas Mechnikov, que fue construida con fondos de Nicaragua y la Federación de Rusia, y también llegaron 50 tanques T-72 para el Ejército.

Entrenamiento policial ruso

Desde finales de febrero de este año, se firmó un acuerdo para crear el Centro de Capacitación policial ruso. El nuevo entendimiento deroga uno anterior con el que se creó el Centro de Capacitación Profesional de la Policía que opera en Nicaragua desde 2017. Ese centro estaba enfocado en capacitar a la fuerza policial para combatir temas de narcotráfico y crimen organizado, pero el nuevo se enfoca en temas de orden público y seguridad interior.

“Hay una diferencia grande e importante”, advierte un especialista en temas de seguridad que prefiere el anonimato.

En septiembre de 2023, Daniel Ortega admitió en público que los rusos estaban dando asistencia a Nicaragua para reprimir a opositores durante el acto del 44 aniversario de la Policía y en el que condecoró al coronel general ruso Oleg Anatolyevich Plokhoi.

“Él (Anatolyevich) está aquí para colaborar, como han venido haciendo con un centro que está aquí en Nicaragua, y desde donde los hermanos de la Federación rusa, los militares especializados en la materia, realizan cursos donde participan de toda la región centroamericana y lógicamente la Policía Nacional, para enfrentar mejor al narcotráfico, al crimen organizado. Para enfrentar mejor a los golpistas”, señaló el dictador.

Tanto el sociólogo como otro experto en seguridad consultado coinciden en que por sus características el nuevo centro provocará que la Policía tenga un rol de mayor control sobre la población nicaragüense, pero también sobre los mismos simpatizantes de Ortega.

“Ellos están temiendo una rebelión a lo interno y necesitan elevar sus capacidades de espionaje digital. El entrenamiento represivo ya lo tienen. Mandan a la DOEP, las manifestaciones las controlan a punto de bala y ya lo resuelven. Eso es fácil para ellos, pero el control es mucho más complejo”, detalla el experto en seguridad que solicitó no revelar su nombre.

El centro de capacitación policial ruso que opera desde 2017, el cual la misma Policía lo ha señalado como una “sucursal” del Instituto Jurídico de Siberia del Ministerio del Interior ruso, está ubicado en Las Colinas, en Managua, en donde también se encuentra la embajada rusa y además de la Policía de Nicaragua llegan agentes de otros países, de Centroamérica principalmente.

En la fachada del lugar se aprecia una leyenda junto a la bandera de Rusia que dice: “Ministerio del Interior de la Federación de Rusia. Centro de Capacitación Profesional de la Policía”. Fue instalado hace siete años tras un acuerdo entre Ortega y autoridades rusas y en aquel entonces, el embajador ruso en Nicaragua, Andrey Budaev, dijo que más de 270 policías, entre ellos 180 nicaragüenses, ya habían sido capacitados en ese lugar.

Actualmente, según medios de comunicación rusos, unos 2,000 agentes policiales de 12 países ya han sido formados en ese centro.

El experto en temas de seguridad explica que “Rusia da entrenamiento a las fuerzas policiales por dos vías”. La primera, que es la que mayormente se ha impartido en Nicaragua, es capacitación en inteligencia. El experto indica que a nivel público estas capacitaciones se disfrazan como cursos que no son nocivos, pero “elementalmente es inteligencia y básicamente con acciones de inteligencia es que la Policía Nacional enfrentó la crisis de 2018”.

Algunos de los cursos que se imparten son: Lucha contra los delitos en el campo de información computarizada; Formas y métodos de lucha modernos contra los tipos de delitos actuales; y Lucha contra la legitimación de capitales adquiridos como resultados de cometer delitos.

Para el experto, en estos cursos se imparte “espionaje digital” y algunos están enfocados en persecución a organizaciones y opositores bajo cargos de lavado de dinero, delitos cibernéticos, violaciones a la soberanía, terrorismo, entre otros, es decir, los mismos delitos que Ortega ha ocupado para judicializar a quienes se le oponen.

La segunda vía por la que Rusia brinda capacitación a otros países es en entrenamiento de tropas especiales. De acuerdo al experto, los instructores llegan al país como turistas. “No entran como personal militar ni del buró de seguridad, ni como soldados rusos. Son mercenarios Wagner los que llegan a dar estos cursos”, señala.

En América Latina, su presencia aún no ha sido descubierta, pero “yo sospecho que los Wagner han estado dando entrenamiento a las fuerzas especiales de la Policía y del Ejército de Nicaragua”, señala el experto, pues considera que desde que estalló la crisis política de 2018, el régimen de Ortega empezó a verse vulnerable y tuvo que elevar las capacidades de la Policía y el Ejército.

Con el establecimiento del nuevo centro de capacitación, Ortega prácticamente estaría permitiendo que Rusia instale una base en territorio nicaragüense con alcance a varios países, señala el sociólogo consultado, pues el viejo centro estaba pensado para instruir policías de Centroamérica, pero en el nuevo acuerdo se establece que estará disponible para las fuerzas de toda América Latina y el Caribe.

“Están ampliando el área de influencia y lo que dice ahí (en el acuerdo) da la impresión de que están instalando una base”, señala.