Por Néstor Avendaño
Economista y presidente de COPADES

Preocupa la extrema fragilidad de la economía de Nicaragua en relación con la convergencia de los riesgos externos asociados con las sanciones de la “Ley de Derechos Humanos y Anticorrupción de Nicaragua de 2018” (conocida como “NICA Act”), las sanciones que adopten los países de la Eurozona y las fricciones con la Organización de Estados Americanos (OEA). Ese es el gran problema que tenemos en este junio.

De acuerdo con los escasos datos oficiales de la economía nicaragüense correspondientes a este año, en febrero se registraba la aceleración de la tasa de caída hasta -5.3% del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), por lo cual es fácil rechazar que se ha dado una recuperación del empleo, como varios políticos y economistas han estado pregonando desde septiembre del año pasado.

El nivel de empleo formal, es decir, el número de los puestos de trabajo ocupados por cotizantes de la seguridad social, fue 755,908 en febrero recién pasado, muy cercano al observado en abril de 2015, y acusó una destrucción de 140,961 puestos entre abril de 2018 y febrero de 2019.

La tasa de inflación interanual se aceleró en marzo y abril de este año en 2.4 puntos porcentuales, hasta 5.8%, por la reforma tributaria procíclica aprobada el 28 de febrero de este año, no apta para períodos de severas caídas en la producción de bienes y servicios, al eliminar las exenciones del pago del impuesto de valor agregado a las materias primas y maquinaria y equipo importadas por las actividades agropecuarias y al elevar las tasas de los impuestos selectivos y específicos de consumo de la industria “fiscal”, especialmente cigarrillos y bebidas.

Cualquier aumento que se haya observado en la recaudación de impuestos desde marzo se puede explicar con la mayor inflación y no por el comportamiento declinante de la producción, por lo cual el panorama tributario será distinto cuando cese pronto el efecto de las alzas de las tasas tributarias sobre el consumo de las familias, pero varios políticos y economistas también han pregonado que la reforma tributaria ha sido exitosa con los datos tributarios observados hasta abril.

La crisis económica del país, resultante de la crisis política interna, también ha deteriorado el poder adquisitivo del salario. Entre abril 2018 y febrero 2019, el poder de compra de los trabajadores activos asegurados en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) ha disminuido 2.21%.

Primera conclusión: la producción en continua caída, el empleo formal en descenso, el subempleo y el desempleo suben, la inflación se ha acelerado y el poder de compra de los asalariados se ha reducido. Los rumores de la recuperación económica parecen haber sido muy exagerados, la gente no está volviendo a la fuerza laboral y la desconfianza de los empresarios y de los consumidores es bastante alta.

Por otro lado, en abril de este año, por primera vez en el escenario de crisis, el banco central no vendió divisas a los bancos comerciales, a pesar de que estos vieron reducidos los depósitos en moneda extranjera en US$25.7 millones en ese mes. Al contrario, el banco central les compró US$49 millones que facilitaron el aumento en ese mismo monto del saldo de las reservas internacionales brutas administradas por la autoridad monetaria hasta US$2,174.4 millones, pero ese saldo reflejó una caída de US$86.7 millones en los primeros cuatro meses del año.

A manera de información, desde el 12 de abril de 2018, fecha en que se registró el saldo máximo de los depósitos en moneda extranjera de US$4,115.0 millones, se ha registrado una caída de US$1,395.5 millones hasta el 30 de abril. A esa fecha, esos depósitos suman US$2,719.5 millones, de los cuales US$648.7 están depositados en el banco central en concepto de encaje en moneda extranjera, depósitos monetarios en dólares y Títulos de Inversión en dólares. De la caída de dichos depósitos, US$1,080.3 millones se registraron en 2018 y fueron equivalentes a 30 días de producción del país, y US$235.3 millones se registraron en enero-abril de este año y fueron equivalentes a 7 días de producción.

La condicionalidad de la estabilidad macroeconómica, en otras palabras, de la estabilidad del tipo de cambio y del índice de precios al consumidor -pero exceptuando el efecto inflacionario de la reforma tributaria arriba mencionado-, se ha mantenido en un nivel levemente inferior a su mínimo de 2.5 veces, o sea, el saldo de las reservas internacionales brutas fue igual a 2.35 veces el saldo de la base monetaria al 30 de abril del año en curso.

Sin embargo, el banco central ha defendido la posición de dichas reservas internacionales con una severa reducción de la oferta de dinero. Menos córdobas demandan menos dólares, es el axioma del banco central, porque las tasas de interés no juegan ningún papel primordial en la política monetaria. Increíblemente el banco central aumentó las tasas de rendimiento al emitir los recién estrenados Títulos de Inversión (TIN), a pesar de la alta tasa de desempleo abierto y de la tasa de desempleo equivalente del subempleo.

Siempre en términos interanuales, o de abril 2018 a abril 2019, el medio circulante o dinero se ha contraído 20.7%, habiendo sido empujado a la baja principalmente por la compra de divisas de los bancos comerciales al banco central, las subastas de Letras con plazo de 1 día, y el aumento de los depósitos del gobierno y del resto del sector público no financiero en el banco central.

La escasez de córdobas en el mercado también se ha manifestado en la reducción de la brecha entre el tipo de cambio de la venta del dólar en las ventanillas de los bancos comerciales y el tipo de cambio oficial del banco central desde 2.84% el 11 de enero hasta 1.55% el 30 de mayo de este año. Los bancos comerciales tienen, por el momento, más dólares que córdobas.

Segunda conclusión: El “espacio monetario” del banco central está limitado porque no puede hacer nada más si algo sale mal. Por ejemplo, en un escenario económico con sanciones financieras internacionales, la continua reducción de la oferta de dinero, con el afán de evitar la pérdida de reservas internacionales, acelerará la tasa de caída de la producción y provocará no sólo una mayor subutilización de la fuerza laboral, sino también una mayor inestabilidad financiera. Con embargos financieros preanunciados, y ojalá que no ocurran embargos comerciales, ¿qué puede hacer Nicaragua? Creo que nada. El banco central no podría seguir reduciendo la oferta de dinero, mucho menos aumentarla para evitar altas presiones inflacionarias que conducirían a una hiperinflación. Cualquier ajuste macroeconómico se tendría que dar por el lado de la política fiscal, o sea, con una mayor reducción del gasto público, principalmente el consumo, para evitar la emisión inorgánica de dinero, o sea, una emisión de dinero sin respaldo en reservas internacionales.

Siempre he estado y estaré en desacuerdo con quienes propugnan dañar la economía nacional para la obtención de objetivos políticos. Los problemas políticos se resuelven con instrumentos políticos, pero no con políticas económicas adversas ni con la paralización de la producción, porque los más afectados siempre son los que menos tienen. La economía puede caer fácilmente, pero levantarla será muy difícil.