La Prensa, 29 de junio 2020

Los especialistas también explican qué significaría para Ortega que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump pierda las elecciones en noviembre próximo. Aún así, hay una estrategia económica puesta en marcha para suspender a Nicaragua, creen los analistas. Esta es la radiografía.

El régimen de Daniel Ortega no ha mostrado señales de abrirse a ninguna de las acciones que el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) le ha facilitado para evitar la aplicación de la Carta Democrática. Sin embargo, con la ya comprobación de la ruptura del orden democrático, el país se enrumba a ser suspendido del sistema interamericano, pero siempre se enfrenta a la incertidumbre de conseguir los 24 votos, que hasta ahora no parecieran estar garantizados, aseguran especialistas.

El pasado 24 de junio el secretario general de la OEA, Luis Almagro leyó un informe ante el Consejo Permanente en el que aseguró que las gestiones diplomáticas han sido infructuosas, por lo que recomendó declarar que “hay una interrupción del orden constitucional que afecta gravemente el orden democrático de Nicaragua”. Los países que participaron apoyaron la convocatoria a un período de sesiones extraordinarias, según lo que establece el artículo 21 de la Carta Democrática.

El exdiplomático Mauricio Díaz explica que conseguir los 24 votos, equivalentes a los dos tercios de los 34 países miembros del Consejo Permanente de la OEA, sigue estando en duda, pero es probable que en esa misión trabaje el secretario general, Luis Almagro, junto al presidente del Consejo, ya que todo el camino que establece la Carta Democrática para llegar a esa fase “está agotado”.

Desde finales de 2018, el secretario general, luego que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentara ante el Consejo Permanente su informe final sobre las violaciones de derechos humanos en el país, anunció que empezaban el proceso de aplicación de la Carta Democrática.

En ese momento, dijo que “la falta de democracia y derechos humanos en Nicaragua es un asunto de la región entera, la solución es todavía política y diplomática y contamos con los instrumentos interamericanos para abordarlo, que para bien o para mal los incluye a ustedes al gobierno” nicaragüense.

Después de casi 18 meses de esas declaraciones, y de completar todos esos esfuerzos a los que Almagro se refirió, incluida la conformación de una Comisión de Alto Nivel diplomático, misma que Ortega no dejó entrar al país, y que esta aseguró en su informe final, en noviembre de 2019, que hay “una alteración del orden constitucional” , la crisis sociopolítica vuelve a enfrentarse a la disyuntiva si logrará alcanzar los 24 votos necesarios para la aplicación de la Carta.

El exembajador de Nicaragua ante las Naciones Unidas, Julio Icaza, explicó que el Consejo Permanente para convocar a esa Asamblea extraordinaria requiere también de 24 votos, que es lo que se busca en estos momentos en la ruta planteada por el secretario general Almagro.

La convocatoria de la Asamblea General extraordinaria no implica automáticamente la suspensión del Estado miembro, explicó Icaza. Primero, se necesita constatar que se ha producido una ruptura del orden democrático y, segundo, que las gestiones diplomáticas han sido infructuosas. Ambas ya fueron constatadas por la Comisión de alto nivel en su informe al Consejo. Agrega que podría haber 24 votos para convocar la Asamblea y discutir la situación, pero no para aprobar la suspensión.

Asimismo, Icaza asegura que el problema de la mayoría de dos tercios no solo ha radicado en los votos renuentes de un grupo de pequeñas islas del Caribe, sino que hay también algunos países importantes que piensan que la suspensión tal vez no sea la mejor decisión para la causa de la democracia en Nicaragua.

“Podría haber los votos necesarios para convocar la Asamblea extraordinaria, pero no para suspender a Nicaragua. Otra posibilidad es convocar a la Asamblea extraordinaria y dejar el período de sesiones abierto, de manera que pueda retomarse la consideración de la situación en cualquier momento, cuando los acontecimientos y la maduración de las decisiones lo requieran”, sostuvo.

Sin embargo, para Díaz, el Estado de Nicaragua sí se acerca más a una posible suspensión. Explica que pareciera que Ortega está apostando llevar al país al borde del abismo, y ahora, aprovechándose de la pandemia trata de desembarazarse de sus compromisos en materia de democratizacion y justicia.

Una visión desde lo económico

El economista Róger Arteaga considera que hay decisiones diplomáticas que están haciendo que Estados Unidos ejerza influencia en algunos países, y por otro lado, EE. UU. también está buscando  ocupar cargos importantes en los organismos multilaterales de cooperación, prueba es la propuesta de Mauricio Claver para ocupar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y por el otro lado, Laura Chinchilla, que ninguna de las figuras favorecería a Ortega.  Sostiene que Estados Unidos está buscando cómo controlar los organismos financieros internacionales para ejercer una presión.

Explica que “en tiempos de pandemia ningún país va a rechazar fondos para la contención de la pandemia por estar apoyando a una dictadura Ortega que cada vez está más aislada”. Y segundo es que los países caribeños, que siempre han estado a favor de Nicaragua y Venezuela no se van a arriesgar, ya que los fondos están llegando a los países que están llevando a cabo procesos democráticos, por ende “ningún país se va a arriesgar a decir yo sigo fiel a Nicaragua y voto en favor de Nicaragua, ninguno lo va a hacer, ninguno porque no van a sacrificarse por alguien que aquí no merece”, expresó.

Para el exdiplomático Icaza es posible que la ayuda económica de los organismos multilaterales y el mismo Estados Unidos, enfocada en enfrentar la pandemia de Covid-19, puede condicionar en las diferentes islas del Caribe, un voto a favor de la suspensión de Nicaragua de la OEA.

«Ya hemos visto como Nicaragua ha quedado fuera de la ayuda bilateral de los EE.UU. para hacer frente a la pandemia y fuera de la ayuda económica de los organismos financieros multilaterales para la recuperación económica. A esto debemos añadir la enorme dependencia de esas islas caribeñas del turismo, que se encuentra hoy colapsado y empieza a reactivarse». No obstante, Icaza cuestiona que también no solo se trata de una cuestión numérica sino también de fondo, y se pregunta si ¿La suspensión conllevaría a cambios importantes en la democratización de Nicaragua o, por el contrario, dejaría al régimen fuera del alcance de las presiones, como ha ocurrido con la Venezuela de-Nicolás- Maduro?

¿Cómo afectaría la suspensión del país de la OEA?

Arteaga explica que cuando un Estado de la OEA es suspendido se le cierrran todas las fuentes de financiamiento internacional, pero no solo de los organismos, sino también de los países, ya que sale del concierto de las naciones democráticas. Es decir que cualquier financiamiento para infraestructura o producción queda bloqueado, con excepción de la ayuda humanitaria.

La suspensión también significa que no puede asistir a las reuniones del Consejo Permanente, no tendrá voz ni voto, ni podrá beneficiarse de los programas de cooperación existentes, asegura Icaza. No obstante, «como establece el artículo 21, esta sanción no implica que el Estado suspendido quede eximido del cumplimiento de sus obligaciones como Estado miembro, sobre todo en materia de derechos humanos. Tampoco implica que las gestiones diplomáticas se terminen», aclara.

¿Y si pierde Donald Trump?

En medio de esta situación diplomática aún incierta para Nicaragua, el peso de un cambio político en Estados Unidos con respecto a la presión que se ejerce al régimen orteguista aún está por verse. Los analistas están divididos al respecto.  Arteaga explica que habría un cambio si gana Joen Biden, candidato Demócrata, y quien se enfrentaría a Donald Trump en las elecciones de noviembre próximo.

Lo mismo considera el exdiplomático Díaz, quien cree que el cambio sería «determinante». Si «eligen a un demócrata yo siento que los demócratas van a aflojar la presión. No es que lo que sienta yo, es lo que están diciendo. Biden ha dicho que él volvería al estatus quo previo al que tenía Obama con Cuba, por ejemplo. Una administración demócrata es más liberal, no se sentiría tan comprometida (…)», expresó.

Por su parte, Icaza considera que hasta el momento la política de los EE.UU. hacia Nicaragua ha contado con un sólido respaldo de ambos partidos. «El candidato demócrata, Joseph Biden, conoce además muy bien Centroamérica. Una eventual derrota de los republicanos no debería suponer un cambio en lo esencial de esta política, aunque puede haber matices diferentes. Es importante, en este sentido, mantener bien informados a ambos partidos sobre el desarrollo de los acontecimientos en nuestro país», indicó.